A mi hijo César de 3 años le encantan las excavadoras, los tractores, el camión de la basura y todo este tipo de vehículos grandes y voluminosos con ruedas grandes, imprescindible que tenga ruedas grandes. Le gustan tanto que cada vez que vemos uno tenemos que parar, aunque vayamos en el coche, para verlo de cerca y subirnos, si nos lo permiten. Ahora imagínate que gustándote tanto estos cacharros grandes, un día, uno de estos te saluda ¡moviendo la pala en forma de mano de arriba a abajo!.
De este simple gesto nace el post de hoy, puede parecer una chorrada pero yo encuentro un mensaje en este acto.
Hace unos meses habían obras cerca de mi casa, estaban cambiando o poniendo tuberías nuevas a lo largo de la carretera que une mi pueblo con el autopista, un tramo de unos cuantos kilómetros, lo que significa faena para unos meses con vaivén de tractores y trabajadores de arriba a abajo, que se traduce en disfrute y entretenimiento para César , y para mí también al verlo emocionado estirando el cuello para alcanzar a ver los tractores y excavadoras a través de la ventana del coche al pasar. En ese tramo yo siempre pasaba muy despacio con el coche para que él pudiese disfrutar del esperado momento en el que los juguetes, con los que pasaba y pasa muchos ratos, tomaban vida y movimiento.
Una mañana de tantas salimos dirección a la guardería, pero más importante que el destino final era lo que se nos cruzaba cada dia en el camino, la flota de tractores y artilujios de construcción que observábamos despacio. Una vez rebasados yo le preguntaba qué si los había visto, él me contaba todos los detalles, colores, tamaño de ruedas, qué estaba haciendo la excavadora en ese momento si levantando piedras o simplemente estaba aparcada, cuántos trabajadores habían, no se le escapaba nada en el lapso de tiempo que duraba el decorado de la construcción.
Pero un dia fue diferente, pasó algo inesperado y muy divertido. Uno de los trabajadores, el conductor de la excavadora nada más y nada menos «influyó» para que sucediera una pequeña y complice acción hacia César: «La excavadora nos saludó moviéndose y agitando la pala varias veces de arriba a abajo como quien saluda a un amigo al pasar», nunca se me olvidará la cara de asombro y emoción de mi hijo, y a él creo que tampoco se le olvidará ese momento.
Si hay actitud, los pequeños gestos tienen grandes efectos
Cuando lees estas lineas te estarás preguntando qué tendrá que ver esta historia con las dinámicas y actividades de team building o clima laboral, temas de los que hablamos en este blog. Puede ser que directamente no tenga relación, pero si inderectamente ya que la actitud de las personas en el trabajo es una de las cosas que fomentamos llevando estas dinámicas a las empresas.
E aquí el mensaje y enseñanza que saco yo del gesto del «capitán» de la excavadora. Existe una gran diferencia en cómo llevamos a cabo nuestro trabajo cada dia. No tenemos que estar dando saltos de alegría, a todos nos gusta más estar en la playa, haciendo un asadero o caminando por la montaña, pero pasamos al menos una tercera parte del dia en el trabajo. No hablo de tener una actitud forzada super profesional, me refiero a ¿si disfrutamos con lo que hacemos?, ¿si nos gusta nuestro trabajo?. Pienso que ahí está el kit de la cuestión, cuando nuestro trabajo nos satisface y casi saltamos de la cama cada mañana con ganas de ir a trabajar nos hace mejores, tenemos mejor relación con nosotros mismos y con nuestros compañeros, damos un mejor servicio a nuestros clientes, somos más creativos, productivos e inspiradores para otros, y estamos más alegres. En definitiva disfrutamos más de todo y de todos.
Se dice fácil y desde mi experiencia sé que no lo es. Pero sí creo que deberíamos hacernos estas preguntas y al menos valorar si podemos hacer algo por ir a mejor, y tener la actitud que nos hace bien y nos motiva a ser artífice de la alegría de un niño apretando los botones que mueven la pala de la excavadora.